Entre ellas, la que comúnmente se ha aceptado es que este fue escogido en honor al club homónimo de la ciudad de Liverpool, el cual se encontraba, por aquel entonces, realizando una gira por Argentina. Fueron los ingleses los que introdujeron en la capital herculina ese nuevo «sport» consistente en perseguir a puntapiés una pelota para hacerla entrar entre tres palos defendidos por un «goal-keeper». El siguiente club al que llegó a préstamo fue el Palermo, donde con el entrenador Carmelo Di Bella pasó de ser un jugador individualista a uno participativo en el juego, según explicó el propio futbolista.