Los primeros uniformes iguales comenzaron a aparecer en la década de 1870, siendo muchos los clubes que eligieron los colores asociados con las escuelas u otras organizaciones deportivas de las cuales emergieron. Esta práctica se volvió problemática, por lo que en un manual del juego de 1867 se sugirió que los equipos deberían intentar «siempre que pueda ser arreglado con anterioridad, que uno de ellos lleve jerséis rayados de un color, por ejemplo rojo, y el otro, por ejemplo, azul.